domingo, 28 de octubre de 2012

Y que si no, nos vamos… (no dice a dónde).

        Y lo peor de todo es que el início fue porque Mas no consiguió Eurovegas…¿algún interés en particular…?.Del berrinche que se cogió   -típico de niño mimado que se cree el centro del universo-   apareció con:
 



          Y, de rabieta en rabieta   (posiblemente porque todos vieron el tufo de dicho acuerdo y, de paso, tapar su  mala, malísima gestión al frente de la Generalitat) organiza la gran manifextorsión…
 
Los voceros catalibanes han proclamado por los cuatro costados la maravilla de las maravillas el ver tantas banderas esteladas en la gran manifextorsión…  A estos personajillos habría que recordarles que una gran multitud y una gran cantidad de banderas no es sinónimo de democracia, ni de razón, ni de humanidad, ni de respeto, ni de solidaridad, ni de izquierdismo, ni de cristianismo, ni de…  sino más bien, de todo lo contrario. 

Prueba de ello es este muestrario de multitudes reivindicando con banderas y panfletos  su “lucha”…
Y NO POR ELLO TENÍAN NI TIENEN RAZÓN, ¿alguien lo puede poner en duda?






 






















Podríamos cantar (en vez del virolai) la canción…  “Vamos a contar banderas, tralará…  vamos aaa contaaar bandeeeeras… “  o la de “banderita tu eres gualda, banderita tu eres…”

¡Vaya cacao…   ¿Tiene razón el que grita más?.   ¿Tiene razón el que lleva a la calle más gente? ¿Tiene razón el que ondea más esteladas…? ¿Tiene razón el que más tergiversa la historia? ¿Tiene razón el que más miente? ¿Tiene…
Si alguien dice sí…¡Entonce, Hitler tenía razón!.

Espero quede todo en aquello de “Chincha, rabia…. Catalibán envidioso…”
 




 

















          En España existe una sobreprotección de los gestores públicos que es incompatible con una democracia seria, y el Legislativo deberá emprender las reformas que permitan distinguir nítidamente las responsabilidades políticas, que se sustancian en las urnas, de las ilegalidades que han de estar perfectamente tasadas para cargos públicos.
          No se puede proteger la conducta criminal de unos pocos con la excusa de que se pondría en riesgo el prestigio de las instituciones, cuando ocurre precisamente lo contrario, que si las instituciones no se empeñan en aclarar cualquier sospecha que las afecte, pierden toda respetabilidad, y se consagra una equiparación demoledora entre autoridades y los delincuentes.

Y quien sufre de manera directa a estos catalibanes somos los catalanes habitemos o no en Cataluña. No puedo menos que terminar con un:
¡Visca els catalans!, ¡Visca Catalunya!, ¡Viva España!


 

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